La reacción fue muy merecida. La decisión de Kevin Friend de cambiar su correcta toma original del incidente y permitir a Fabinho la oportunidad de matar el partido fue pobre.
Como sabemos, una vez que el árbitro ha sido remitido al monitor del campo por el VAR, la expulsión o la tarjeta roja suelen estar en camino.
El sistema necesita un cambio y el Palace y sus seguidores tienen todo el derecho a estar enfadados: la decisión puso fin al partido, justo cuando se vislumbraba un final apoteósico.
Pero un día después, con el beneficio de un tiempo para reflexionar, el elemento del partido que tiene el potencial de ser más consecuente para el Liverpool ha volado bajo el radar.
Las debilidades defensivas del Liverpool estuvieron a la vista en Selhurst Park y tuvieron la suerte de no ser castigados.
El equipo de Jürgen Klopp ganaba por 2-0 cuando sus problemas salieron a relucir, siendo el despilfarro del Palace y la portería de Alisson Becker lo único que impidió la remontada.
En su mejor momento, el estilo de juego de los Reds puede ser completamente cautivador, pero requiere que cada jugador esté en sintonía y se comprometa al cien por cien a llevarlo a cabo.
La presión alta no es nada nuevo y los problemas asociados a ella han surgido antes bajo el mandato de Klopp, pero hay una sensación persistente de que los actuales son más graves.
Virgil van Dijk abrió el marcador para el Liverpool con un cabezazo libre a la salida de un córner, sin embargo, su trabajo en el otro extremo del campo está siendo cada vez más analizado.
El holandés no ha rendido con la regularidad que esperaba el Liverpool, mientras que su compañero en el centro de la defensa, Joel Matip, está igualmente irregular.
Para cubrir estos pequeños problemas, el Liverpool necesita mantener una fuerte presión sobre el centro del campo del rival cuando tiene el balón, ya que esto evita los peligrosos pases verticales en el centro del campo.
Eso no ocurrió el domingo y a punto estuvieron de pagar el precio, ya que el Palace creó algunas ocasiones muy presentables.
Michael Olise forzó una buena parada de Alisson tras un descuidado pase cuadrado de Matip, antes de que el brasileño tuviera que volver a actuar para detener el taconazo de Odsonne Edouard tras un derribo de Jeffrey Schlupp en el área pequeña.
El estilo casual de Matip en la defensa terminó costando caro, ya que su débil cabezazo y la falta de conciencia de Van Dijk permitieron a Schlupp jugar con Jean-Philippe Mateta para establecer un toque para Edouard.
El tema de la explotación de la línea defensiva alta no es nuevo. De hecho, el ex jugador del Liverpool convertido en comentarista, Jamie Carragher, lo criticó después de la perjudicial derrota por 3-2 -la primera de la temporada- ante el West Ham en noviembre.
“Eso es algo que el Liverpool ha hecho durante un tiempo y, estando yo en esa posición, no puedo entenderlo”, dijo en Sky Sports.
“El Liverpool lo hace muchísimo y los rivales pasan por encima del portero al menos una vez por partido”.
Carragher insistió en el mismo punto tras el empate 2-2 contra el Chelsea el 2 de enero, en el que Christian Pulisic se metió por detrás de la línea alta para marcar.
“La línea sigue siendo la misma, pero no están recibiendo esa presión en el centro del campo sobre el balón, pero si no estás recibiendo esa presión tienes que bajar a veces”, dijo Carragher.
“No es, ‘no podemos jugar alto’, pero hay ciertas situaciones en las que los cuatro de atrás del Liverpool tienen que retroceder cinco metros”.
Carragher tiene razón. El Liverpool no es la máquina bien engrasada que era antes.
Si quieren hacer lo casi imposible y cerrar la brecha de nueve puntos con el Manchester City, entonces Klopp necesita abordar su continua debilidad táctica.
