Hace una semana, si le hubieras ofrecido a cualquier aficionado de la USMNT un empate contra Inglaterra en la Copa del Mundo, lo habría aceptado sin dudar. Sin embargo, cuando sonó el pitido final del empate a cero de los estadounidenses con sus aliados europeos, hubo una pequeña sensación de decepción. Aunque parezca una locura, Estados Unidos estuvo a la altura de los Tres Leones y podría haber ganado fácilmente.
Analizando las estadísticas, se ve claramente que fue un partido igualado durante los 90 minutos. Inglaterra tuvo una ligera ventaja en la posesión del balón, mientras que Estados Unidos intentó más disparos. El remate desviado de Weston McKennie tras un gran envío de Tim Weah en la primera parte fue posiblemente la mejor ocasión creada por ambos equipos en todo el día, y la mayoría de los modelos dan a Estados Unidos una ligera ventaja en cuanto a los goles esperados.
Poder decir que has podido vencer a un equipo tan prestigioso en la Copa Mundial es sin duda un orgullo para Estados Unidos. Enfrentarse a Inglaterra, con todo su talento cotizado y sus glamurosos nombres que dominan los titulares, y aguantar el tipo es todo un logro. Los seguidores de Estados Unidos deberían estar orgullosos de la actuación y el esfuerzo de su equipo.
El hecho de frenar a Harry Kane, uno de los mejores delanteros puros no sólo del mundo sino de su generación, es digno de elogio. Mantener tranquilos a atacantes dinámicos como Raheem Sterling y Bukayo Saka en el mayor escenario es excepcional. El trío de centrocampistas estadounidenses formado por Tyler Adams, Weston McKennie y Yunus Musah, que se mantuvo firme frente a Declan Rice y Jude Bellingham, dos de los centrocampistas más valorados del mundo, es cosa de leyendas.
A pesar de todos los merecidos elogios que se ha ganado este equipo por demostrar que puede estar a la altura de algunos de los mejores talentos del mundo, sigue existiendo una sensación de incompletud en esta Copa Mundial. Con sólo dos puntos en dos partidos y un solo gol en su haber, ahora deben encontrar otro nivel y jugar lo mejor posible para superar la fase de grupos. Su último partido del Grupo B, contra Irán, será el más importante que la mayoría de estos jugadores hayan jugado y quizá lleguen a jugar en sus carreras.
Esos mismos aficionados que habrían aceptado de buen grado un empate contra Inglaterra, sin duda habrían aceptado de buen grado el hecho de saber que con tal de ganar a Irán avanzarían. Ahora, eso es lo que tienen que hacer. Una victoria los mete en octavos de final, posiblemente como ganadores de la fase de grupos, pero cualquier otra cosa los eliminará. Este joven grupo de jugadores tendrá que estar a la altura de las circunstancias y hacer lo que no pudo hacer contra Inglaterra: terminar el trabajo.
Aguantar contra un equipo de primera línea está muy bien, pero si Estados Unidos tiene verdaderas ambiciones de llegar a lo más profundo de este torneo como lo hizo hace 20 años, tiene que averiguar cómo empezar a marcar goles. Es un problema que les ha afectado durante la mayor parte de la fase de clasificación y que todavía no se ha resuelto. La calidad general del equipo quedó demostrada contra Inglaterra y Gales, pero el producto final les falló en ambos partidos. Ahora que están entre la espada y la pared, o encuentran la red o se encuentran en un avión de vuelta a sus clubes.
