Se esperaban grandes cosas de Van de Beek cuando el United anunció su fichaje allá por el verano de 2020.
Después de haber brillado con el Ajax, sobre todo en la campaña 2018/2019, cuando estuvieron a punto de llegar a la final de la Liga de Campeones, su llegada se consideraba un gran golpe de efecto.
Muchos en ese momento también creían que había sido traído como un reemplazo de Paul Pogba, que estaba siendo cortejado por el Real Madrid y la Juventus en ese momento.
Y Ole Gunnar Solskjaer parecía estar contento con el fichaje, ya que el técnico de 48 años dijo: «Donny tiene todos los atributos técnicos necesarios para rendir en este equipo y tiene la personalidad necesaria para triunfar en el Manchester United».
«Su capacidad para ver el espacio, cronometrar sus movimientos y leer el juego realmente complementará las cualidades que tenemos en el centro del campo y su llegada realmente refuerza la profundidad del talento que tenemos en esa posición».
Salvo que el paso de Van de Beek por el United no ha funcionado.
Bajo el mando de Solskjaer, a menudo se le dejaba en el banquillo y se le obligaba a mirar desde la banda, sin importar cómo se desarrollaban los partidos.
Quizá resulte irónico que Van de Beek fuera el mejor jugador sobre el terreno de juego en la derrota del United por 4-1 ante el Watford, un partido que acabó provocando el despido de Solskjaer.
Y al internacional holandés no le ha ido mucho mejor con Ralf Rangnick, ya que el jugador de 24 años sólo ha sido titular en un partido con su nuevo entrenador.
Ahora, se plantea una cesión al Crystal Palace.
Patrick Vieira está dispuesto a recibir al centrocampista en Selhurst Park gracias a una pequeña intervención del suegro de Van de Beek, Dennis Bergkamp.
Sin embargo, los aficionados del United no están contentos. Es comprensible.
Ahora están cortos de centrocampistas, a una lesión de quedarse en una posición complicada.
Si a esto le sumamos que Nemanja Matic está menguando, que Pogba quiere irse y que Scott McTominay y Fred son demasiado inconsistentes, definitivamente es una apuesta.
Y los Glazers deben asumir la responsabilidad de otro mal fichaje al haber privado a Solskjaer del refuerzo que quería en su lugar.
Ya en 2020, el noruego se empeñó en fichar a Jack Grealish del Aston Villa.
Era un gran admirador del carácter directo del internacional inglés, y creía que sería perfecto en la banda izquierda junto a otros talentos como Bruno Fernandes, Marcus Rashford y Anthony Martial.
Excepto que los Glazers se negaron rotundamente a hacer una oferta por el jugador.
Consideraron que, aunque Grealish era un buen delantero, el precio que pedía el Villa, 75 millones de libras, era demasiado elevado.
Solskjaer se sintió decepcionado pero, con el United también centrado en Jadon Sancho, aceptó la decisión.
Sin embargo, el United compró entonces a Van de Beek del Ajax y Solskjaer se quedó con un jugador que nunca quiso.
Esto ha marcado la pauta de lo que ha sucedido en los últimos 18 meses, en los que el jugador de 24 años se ha quedado regularmente en el banquillo sin importar lo que ocurra en el campo.
Si los Glazers hubieran soltado la pasta por Grealish, que más tarde ficharía por el Manchester City por la friolera de 100 millones de libras en el verano que acaba de pasar, toda esta situación se habría evitado.
En cambio, ha permitido que la carrera de Van de Beek vaya a la deriva.
Para el Palace, su llegada es sin duda un gran golpe de efecto. Sobre todo por el potencial de su asociación con Connor Gallagher, que ha brillado desde que fue cedido por el Chelsea.
Sin embargo, el United hizo su fichaje por las razones equivocadas y, ahora, está dispuesto a pagar el precio por ser tan corto en el centro del campo.
Sólo el tiempo dirá si Van de Beek puede volver a encontrar su encanto en la capital.
